En los años 20, un profesor alemán llamado Eugen Herrigel se mudó a Japón. Vino a enseñar filosofía en una universidad a unas horas al noreste de Tokio, en una ciudad llamada Sendai.
Para profundizar su comprensión de la cultura japonesa, Herrigel comenzó a entrenar en Kyudo, el arte marcial japonés de tiro con arco. Le enseñó un legendario arquero llamado Awa Kenzo. Kenzo estaba convencido de que los principiantes debían dominar los fundamentos del tiro con arco antes de intentar disparar a un objetivo real, y llevó este método al extremo. Durante los primeros cuatro años de su entrenamiento, Herrigel sólo podía disparar a un rollo de paja a sólo siete pies de distancia.
Cuando Herrigel se quejó de la increíble lentitud del ritmo, su maestro le respondió: «¡El camino a la meta no se puede medir! ¿De qué importancia son las semanas, los meses, los años?»
Cuando finalmente se le permitió disparar a objetivos más distantes, la actuación de Herrigel fue pésima. Las flechas se desviaban de su curso y él se desanimaba más con cada disparo caprichoso. Durante una sesión particularmente humilde, Herrigel declaró que su problema debía ser la mala puntería.
Kenzo, sin embargo, miró a su alumno y le respondió que no era el hecho de que uno apuntara, sino la forma en que uno abordaba la tarea lo que determinaba el resultado. Frustrado con esta respuesta, Herrigel le dijo: «Entonces deberías ser capaz de darle con los ojos vendados».
Kenzo se detuvo un momento y luego dijo, «Ven a verme esta noche».
Tiro con arco en la oscuridad
Al caer la noche, los dos hombres volvieron al patio donde se encontraba la sala de prácticas. Kenzo caminó hacia su lugar habitual de tiro, ahora con el objetivo escondido en la oscuridad. El maestro de tiro con arco siguió con su rutina normal, se acomodó en su posición de tiro, tensó la cuerda del arco y soltó la primera flecha en la oscuridad.
Recordando el evento más tarde, Herrigel escribió: «Sabía por el sonido que había dado en el blanco».
Inmediatamente, Kenzo sacó una segunda flecha y volvió a disparar en la noche.
Herrigel saltó y corrió por el patio para inspeccionar el objetivo. En su libro, Zen in the Art of Archery, escribió, «Cuando encendí la luz sobre el soporte de la diana, descubrí con asombro que la primera flecha estaba alojada completamente en medio del negro, mientras que la segunda flecha había astillado la culata de la primera y atravesado el hueco antes de incrustarse a su lado.»
Kenzo había dado un doble blanco sin poder ver el objetivo.
Todo está apuntando
Los grandes maestros de tiro con arco a menudo enseñan que «todo está apuntando». Dónde pones los pies, cómo sostienes el arco, la forma en que respiras durante la liberación de la flecha… todo determina el resultado final.
En el caso de Awa Kenzo, el maestro arquero estaba tan atento al proceso que conducía a un disparo preciso que era capaz de reproducir la serie exacta de movimientos internos incluso sin ver el objetivo externo. Esta completa conciencia del cuerpo y la mente en relación con el objetivo se conoce como zanshin.
Zanshin es una palabra usada comúnmente en todas las artes marciales japonesas para referirse a un estado de alerta relajado. Literalmente traducido, zanshin significa «la mente sin descanso». En otras palabras, la mente se centró completamente en la acción y se fijó en la tarea en cuestión. Zanshin está siendo constantemente consciente de su cuerpo, mente y alrededores sin estresarse. Es una vigilancia sin esfuerzo.
En la práctica, sin embargo, zanshin tiene un significado aún más profundo. Zanshin es elegir vivir tu vida intencionalmente y actuar con un propósito en lugar de caer víctima sin pensar en lo que venga.
El enemigo de la mejora
Hay un famoso proverbio japonés que dice, «Después de ganar la batalla, aprieta tu casco». 1
En otras palabras, la batalla no termina cuando ganas. La batalla sólo termina cuando te vuelves perezoso, cuando pierdes tu sentido del compromiso, y cuando dejas de prestar atención. Esto también es zanshin: el acto de vivir con atención sin importar si la meta ya ha sido alcanzada.
Podemos llevar esta filosofía a muchas áreas de la vida.
- Escribir: La batalla no termina cuando se publica un libro. Termina cuando te consideras un producto acabado, cuando pierdes la vigilancia necesaria para seguir mejorando tu oficio.
- La forma física: La batalla no termina cuando haces una venta grande. Termina cuando pierdes la concentración y te saltas los entrenamientos o cuando pierdes la perspectiva y te sobreentrenas.
- El espíritu empresarial: La batalla no termina cuando haces una gran venta. Termina cuando te vuelves arrogante y complaciente.
El enemigo de la mejora no es ni el fracaso ni el éxito. El enemigo de la mejora es el aburrimiento, la fatiga y la falta de concentración. El enemigo de la mejora es la falta de compromiso con el proceso porque el proceso lo es todo.
El arte de Zanshin en la vida diaria
«Uno debe abordar todas las actividades y situaciones con la misma sinceridad, la misma intensidad y la misma conciencia que tiene con el arco y la flecha en la mano».
-Kenneth Kushner, Una Flecha, Una Vida
Vivimos en un mundo obsesionado con los resultados. Como Herrigel, tenemos la tendencia a poner tanto énfasis en si la flecha da en el blanco o no. Sin embargo, si ponemos esa intensidad y enfoque y sinceridad en el proceso -donde colocamos nuestros pies, como sostenemos el arco, como respiramos durante la liberación de la flecha- entonces golpear el blanco es simplemente un efecto secundario.
El punto es no preocuparse por dar en el blanco. El punto es enamorarse del aburrimiento de hacer el trabajo y abrazar cada pieza del proceso. El punto es tomar ese momento de zanshin, ese momento de completa conciencia y enfoque, y llevarlo contigo a todas partes de la vida.
No es el objetivo lo que importa. No es la línea de meta lo que importa. Es la forma en que nos acercamos a la meta lo que importa. Todo está apuntando. Zanshin.
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Notas a pie de página
- La frase real es «katte kabuto no o o shimeyo», que literalmente se traduce como «Aprieta la cuerda del kabuto después de ganar la guerra». El kabuto era un casco usado por los guerreros japoneses. Como es de esperar, se ve increíble.
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